“Me contaba Miran Mohar que, durante un congreso en Ámsterdam, se encontró con el curador Harald Szeeman en los aseos. Brenner estaba en la sala y los había visto hablando. Harald se estaba lavando y Miran le preguntó cómo habían ido las cosas con Brenner, a lo que este respondió que se estaba lavando porque el ruso acababa de escupirle en la cara.”