A veces con mis amigos dibujamos.
El problema es que al apoyar el pincel
veo un trazo desconocido que no realiza ninguna aproximación
a lo que en ese momento me estoy imaginando.
Como intentar mover una pierna dormida
después de estar un rato en la misma posición.
Por eso termino haciendo líneas infantiles
con algún tipo de coherencia espacial
y abajo, o arriba, pongo frases como las que escriben los artistas en sus cuadros:
“Los signos sociales me chupan un huevo”
“Las tetas y los culos son una ilusión”
“La naturaleza es una mierda”
Después mis amigos dicen que están buenos y que si se los regalo.
Yo les digo que sí.
De este modo fue como accidentalmente construí
una formidable obra itinerante que adorna habitaciones
y salas y bibliotecas.
Lo curioso, y decir curioso es un reflejo, porque debería decir otra cosa,
es que me la paso pensando en como hacer de cada palabra que escribo
un engranaje de una obra itinerante formidable
que pueda generar una brecha o un pequeño espacio
de luz para entender el desarrollo secuencial de mi historia.