lunes, 12 de diciembre de 2011


La hipótesis central de La cena de los notables, del ensayista español Constantino Bértolo, es simple: la mayoría de los escritores actuales refuerzan la máquina de dominación del capital. El saber, dice Bértolo, excluye, cae sobre el desprotegido, lo margina. El conocimiento, entonces, segrega, defiende el statu quo, funciona como un artefacto que sostiene un sistema de clases determinado. La manera en que La cena de los notables ubica y describe el hábito de la lectura va en contra de nuestro deshilachado humanismo cuyo lema “los libros nos harán libres” condena por ingenuo. Al cuestionar la centralidad de este discurso positivo –algo que no es nuevo, pero que hoy se ve poco–, Bértolo reordena nuestra idea demasiado borgeana de los libros. Por eso llama la atención que sea tan duro con el entusiasmo que despierta el uso de Internet como herramienta democratizadora. Para Bértolo “dadas las relaciones de producción actuantes, el capital acabará controlando y jerarquizando” a la web. Bértolo no es un Abelardo Castillo que, embrutecido por sus propias convicciones tanto como por sus limitaciones, hace poco en una entrevista dijo que Internet “no pertenece al conocimiento, a la cultura o al saber, pertenece a la información”. Bértolo acierta cuando denuncia el conservadurismo en el que ha caído hoy el arte narrativo. El mismo Castillo es un ejemplo claro de eso. Pero se equivoca con Internet. El capital, y para el caso la modernidad, no afectan a todas las mercancías y a todos los individuos por igual. Hay bordes, lugares que son periféricos, residuos de las dinámicas contradictorias de comunicación. Parece tonto señalarlo pero no es lo mismo Linux que Microsoft, no es lo mismo Cuevana que Google. Se le podría responder a Bértolo con Gramsci. No importa cuál sea el sistema de gobierno, siempre va a haber una clase dominada y otra dominante. En el medio, tironeada, hoy encontramos Internet. De su uso y sus usuarios dependerán sus características. Pero el tema no es soporte versus contenido. Ni siquiera es la vieja discusión sobre la escritura que tuvieron Sócrates y Fedro en el conocido diálogo platónico. Más bien atañe de forma directa al famoso “modelo”. Si queremos un país productivo, no podemos ser conservadores en relación a las tecnologías digitales.

Este libro recoge artículos escritos para mi columna semanal en hipercrítico.com. El más viejo, “El comment como género”, es de julio del 2008. Se lo nota ya un poco ajado, demasiado ligado a los blogs que comenzaban en ese momento un período de desaceleración. Sin embargo, sus ideas centrales, consecuencias de estudiar la relación entre escritura digital y violencia, pueden aplicarse a otros soportes web y siguen vigentes en los portales de los diarios y periódicos. El más reciente es “Los nuevos conservadores” de noviembre de este año. Por otra parte, “Internet y literatura”, que se publicó en hipecritico.com entre mayo y junio, quizás resista un poco más que el resto el añejamiento inexorable al que somete la web todas nuestras reflexiones sobre la cultura digital.

Mi espacio semanal en hipercrítico.com es una columna sobre libros. Por eso estas piezas periodísticas quizás sean consideradas como desviaciones de mi constante actividad como crítico literario. Quiero creer que no y que aquí dejo constancia del por qué.

En la década del 80, las madres y las maestras decían que la televisión te quemaba los ojos y que “la juventud” ya no leía. Dos décadas más tarde apareció la web promoviendo una revolución industrial completa. El Logos se instaló en las pantallas. La cultura audiovisual que tan mal le hacía a nuestra corteza cerebral mutó y una buena parte del agorero oscurantismo del siglo XX se terminó de clausurar. Me importa el destino del libro, pero no el fetiche del libro. Mi presente está en una gozosa y muy palpable mezcla de materiales impresos y pantallas. Hoy no puedo escribir sin conexión porque me siento desnudo. Y la verdad es que paso más tiempo frente a la pantalla que en cualquier otra parte. Ahí es donde el futuro está ocurriendo.



Prólogo de
LA MASA Y LA LENGUA, artículos sobre Internet, literatura y redes sociales
Juan Terranova. Ediciones CEC. Buenos Aires, 2011.

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