sábado, 15 de septiembre de 2012
Creo que Córdoba no es "el interior", está en otro plano, me resulta una especie de döppelganger de Buenos Aires, una hermana no asimilada, diferente de Rosario, ya un suburbio de la capital nacional, una Barcelona socialista afectada de moral. (Buenos Aires y Rosario padecen y disfrutan estar en el litoral, tener puerto, el agua que aunque corra es putrefacta.) Córdoba me parece otra cosa, otro lugar. Tiene mucho en común con Madrid. Ese clima seco de calles sin árboles en el casco histórico. El polvo. Ambas son ciudades de tierra adentro, de conventos y viejas universidades, de ganado sin llanura, de meseta y accidentes geográficos poco espectaculares. Ciudades de burocracia y mercado, de aspiraciones cortas, de resignación y grandes artistas, rústicos, eficientes y genuinos. Creo que cuando la fundó, Cabrera ya sabía cómo venía la mano. Cabrera, fundador de Córdoba, rebelde, el primer telépata argentino.