1.
“La
Delegación Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) repudió el
domingo la aparición de carteles con
cruces esvásticas y simbologías nazis en
una escuela del barrio porteño de Villa
Devoto.” La prosa de este fragmento pertenece a un redactor anónimo
del portal de noticias del diario Perfil. La nota se titula: “Propaganda nazi en un colegio de Villa Devoto.”
2.
3.
Se
sabe: la elecciones permiten que muchos civiles entren en los
recintos educativos y al parecer muchos de ellos –¿cuántos?
¿quiénes ¿cómo?– hicieron la denuncia del caso.
4.
“Los
fiscales de la mesa 4962 adelantaron que ya hubo personas de
diferentes lugares que solicitaron que las carteleras sean retiradas”
informó la Agencia Judía de Noticias.
5.
Además
se dice que Julio Schlosser, el presidente la DAIA, se presentó a
las 16.30 en la institución escolar para “mantener un encuentro”
con algún directivo.
6.
Mientras
tanto Adolf se escondía entre los pupitres y las urnas.
7.
Schlosser declaró
que fue una “actitud irresponsable por parte de la institución”
y sostuvo que “los ciudadanos que emitieron su voto lo único que
veían era una escuela plagada de esvásticas” porque “seguramente
nadie se detuvo a leer los textos en letra manuscrita y en inglés.”
8.
Nadie
se detuvo a leer. ¿Era necesario leer para entender? Lo único
que se veía; una escuela plagada de esvásticas.
9.
Un
locutor que no termino de identificar –parece de C5N– entrevista
a Schlosser en YouTube: “Varios ciudadanos que fueron a votar ayer
al colegio Villa Devoto School se encontraron con carteles con una
cruz esvástica, está en línea Julio Schlosser, el presidente de la
DAIA. Me imagino que están indignados, ¿no? Como nosotros.”
10.
(La
vieja y querida indignación compartida y que se comparte.)
11.
Ya por
la foto –una única foto con apenas dos esvásticas– se nota que
se trata de un trabajo práctico, de una lámina, ocasional instancia
pedagógica, útil escolar, bien confeccionado, desde ya –y esto no
es menor–, pero muy lejos de merecer una denuncia. ¿O hay más? ¿O
quizás estemos hablando de otra cosa?
12.
El
mismo Schlosser reconoce enseguida esa función educativa. También
lo percibieron en Diario Registrado donde el lunes titularon: “Las
esvásticas en el colegio de Devoto eran un trabajo práctico.”
http://www.diarioregistrado.com/sociedad/81384-las-esvasticas-en-el-colegio-de-devoto-eran-un-trabajo-practico.html
13.
¿Decepción?
¿Ya no hay posibilidad de indignarse?
14.
Primero
fue el repudio entonces y después la investigación. (Tenemos suerte
de que no sea como en Alicia en el país de las maravillas,
primero la sentencia y después el veredicto.)
15.
Escucho
una vez más al titular de la DAIA. ¿No hay en esa voz que denuncia
un vértigo, una arrogancia, casi diría la voz de un descubrimiento
sensual, una confirmación?
16.
Este
judío es, sin duda, un judío hiperbólico, exagerado, un
archi-judío. Pero no se lo siente preocupado, sino más bien
ocupado, o, dicho rápidamente, tratando de justificar su existencia,
su trabajo, su función.
17.
El
acto libre de la votación y el ciudadano ungido con el poder de la
democracia, que lo elige a él para que él a su vez lo elija a ella,
contrastan con el signo del totalitarismo asesino. Luego llega el
malentendido, el equívoco, el error develado. ¿Es solo eso? ¿No se
filtra algo más?
18.
La
coartada educativa no sirve, o mejor, no alcanza. El templo del
saber, con todo su potencial creador, no logra ser percibido como un
laboratorio donde eso –la esvástica, la historia, la política, el
totalitarismo– debe ser estudiado. ¿Qué hubiera pasado si se
trataba de un colegio en Villa Ballester? En Berlín o en Munich
jamás podría haber ocurrido, porque ahí estos símbolos y estos
colores así dispuestos están prohibidos. Fueron borrados no solo de
los planes de estudio, sino de la vida pública y privada de la
nación que los acuñó.
19.
¿Es
posible que el símbolo en sí mismo se cargue de un efecto más allá
de su contexto de enunciación?
20.
¿Y
qué hubiera pasado si la esvástica se hubiera colado en alguno de
los sobres, más grandes y prácticos, con los que esta vez nos
ayudaron a votar a los argentinos?
21.
“Le
manifesté que no analizo pedagógicamente, pero la presencia de
esvásticas hacían que todo
el mundo
mirara eso" dice Schlosser.
(Las cursivas me pertenecen.)
22.
“Señorita
maestra, yo quiero votar eso. Quiero que eso triunfe.”
23.
“Dicen
que me burlo de todo,
me
río de todo, porque me burlo de ellos y me río de
ellos, y ellos creen ser todo” decía Jacinto Benavente.
24.
La
pregunta más importante que podemos hacernos es ¿por qué ese
símbolo significa tanto todavía para nosotros? incluso antes de
¿qué es lo que significa?
25.
En un
artículo famosos titulado con pompa “Notas sobre la deconstrucción
de la popular”, Stuart Hall examinó el uso de la esvástica con
inusual poesía teórica. Lo cito in extenso: “¿Qué
podría ser más ecléctico y fortuito que esa colección de
símbolos muertos y chucherías, extraídos del baúl de los
disfraces del pasado, con que muchos jóvenes de ahora han optado
por adornarse? Estos símbolos y chucherías son profundamente
ambiguos. Con ellos podrían evocarse mil causas culturales
perdidas. De vez en cuando, entre las demás chucherías, hallamos
ese signo que, más que cualquier otro, debería quedar fijo
-solidificado- en su significado y connotación cultural para
siempre: la esvástica. Y, pese a ello, ahí cuelga, parcial –pero
no totalmente– separada de su profunda referencia cultural en la
historia del siglo XX. ¿Qué significa? ¿Qué está
significando? Su significación es rica y muy ambigua: ciertamente
inestable. Este signo aterrador puede delimitar varios significados,
pero no lleva ninguna garantía de un solo significado dentro de sí
mismo. Las calles están llenas de chiquillos que no son «fascistas»
por el hecho de llevar una esvástica en una cadena. Por otro lado,
podrían serlo... Lo que signifique este signo dependerá en
última instancia, en la política de la cultura juvenil, menos del
simbolismo cultural intrínseco del objeto en sí y más del
equilibrio de fuerzas entre, pongamos por caso, el National Front y
la Anti-Nazi League, entre White Rock y el Two Tone Sound.”
26.
Remarco
la frase:“Estos símbolos y chucherías son profundamente
ambiguos.”
27.
Al
mismo tiempo, con Yeats sabemos que los buenos pueden ser bastante
desabridos y los malos se nos aparecen llenos de “passionate
intensity.”
28.
Al
mismo tiempo el aula es, por lo general, un lugar de guerra. Guerra
entre el docente y los alumnos, guerra entre el docente y la
institución, guerra entre los alumnos mismos, guerra en el interior
de cada uno de los alumnos. Las alianzas son usuales, también las
traiciones.
29.
¿Están
las instituciones civiles del mundo preparadas para entender lo que
sucede en un aula, su especial dialéctica, su fuerza centrífuga, la
necesaria represión, la contradicción esencial de enseñar para
domesticar?
30.
Quizás
el aula y el colegio se volvieron demasiado ajenos al mundo. Tal vez
siempre lo fueron.
31.
Insisto,
¿por qué es tan magnética la esvástica?
32.
Wilhelm
Reich señaló que los ejes de esa cruz tenían reminiscencias
eróticas y que el símbolo se volvía más pregnante en relación
proporcional a la frustración sexual.
33.
Hay un
forma del mal ahí. Una forma de la disrupción. Un decir “no”.
Una negatividad que genera miedo y que, a su vez, al ser negada se
fortalece, crece, prohibida y condenada a las sombras. Miedo en el
votante, entonces. Miedo en el hombre institucional. Un miedo que
puede ser dulce y desencadenar acciones represivas con el condimento
de la indignación.
34.
¿La
esvástica es tan mala a priori como buena es la democracia? ¿Y si
ese símbolo nos describiera una parte humana, íntima, privada, un
deseo obturado que no queremos ver?
35.
En su
ensayo sobre la derecha, incluido en su libro Las cuestiones,
Nicolás Casullo habla del triunfo en el mundo de una derecha liberal
y ya asimilada a la rutina cuya fantasía última es el
totalitarismo. Ahí habla de un “voyeurismo sobre la extrema
derecha política.”
36.
“En
el lenguaje es siempre la guerra” escribió una vez Henry
Meschonnic.
37.
Dios
nos cuide de los burócratas que leen mal. También ellos pueden
decir “yo solo hacía mi trabajo.”