martes, 9 de marzo de 2010

"En la jerga tumbera, “ser poronga” es ser el cacique de la tribu. El palo más grueso que sostiene la carpa. Curiosamente, en las cárceles de mujeres también la que manda es la más poronga (Freud habló de envidia del falo y no de envidia del pene).
Las estructuras de poder más primitivas son más falocráticas. Manda quien –simbólicamente– la tiene más larga. Una de las características de la psicosis es la dificultad para diferenciar la metáfora de la realidad. Actúa el inconsciente, cuyo lenguaje está construido de metáforas. También por ese desplazamiento de lo simbólico a lo real es que en las cárceles la violación a otros hombres es tan habitual.
Pero no sólo los presidiarios suelen confundir lo simbólico con lo real, también sucede en la política (como en todas las situaciones donde la agresividad se eleva por encima del umbral de la reflexión)."


Jorge Fontevecchia en su columna habitual de Perfil.