jueves, 31 de mayo de 2012







Patty, te amo


Sobre Hit so hard de David Ebersole


(Fragmento de mi diario del BAFICI 2012)






Ya en el Abasto elijo Criatura de la noche: vampiros. La sala está llena. El Hoyts tiene varias salas, todas modernas, con buenas butacas y lugar para poner tu vaso de Coca-cola. Empieza a película. Música grave. Un pre-adolescente rubio, casi albino, espera en una habitación que da a la calle. Afuera hace frío y unos hombres bajan de una camioneta. El pre-adolescente guarda un puñal entre el colchón y la cama. Se acuesta. Al otro día está en la escuela. Un bombero o un policía da una charla preventiva sobre drogas. No pasa nada. Empiezo a dudar. Miro mi catálogo. La película promete gore. Miro mi cronograma. Tengo otra película marcada. La estaba reservando para más adelante, pero el vampiro indie trans-siberiano no me convence. Quizás sea una gran película, pero ya tuve suficientes tiempos muertos y pereza narrativa metafísica por hoy. Salgo del vampiro y entro en Hit so hard. Hay menos gente. Los géneros, aunque estetizados, siguen convocando. Pero Hit so hard también es una película de género, el documental a lo MTV, o mejor VH1, menos cargado de prejuicios, más honesto, sin censuras ni golpes bajos. Hit so hard cuenta es la historia de Patty Schemel, una rocker pelirroja de los años 90, que ascendió, conoció la fama y las drogas y luego la muerte y la decepción, y entonces cayó, y cayó un poco más, y siguió cayendo, hasta que un día se recuperó. El material del gran archvio del rock siempre conmueve. Una escena de principios de los 90. Alguien filma a Schemel diciendo “soy a baterista de la banda incorrecta” mientras lee la Rolling Stone en la cama. “¿De dónde saca la fuerza una mujer para hacer el trabajo de un hombre?” se pregunta una televisiva voz en off. La banda es Hole y su líder, Courtney Love. La película sobrevuela esos temas, esa música y esos registros. Imágenes de Patty tocando descalza en un estadio con Hole. Y enseguida uno se da cuenta de que en ese momento todos eran rockers sucios, jóvenes, bellos y withetrashers. Patty dice a cámara “en los ochentas no me interesaba la política, pero después empecé a escuchar lo que decía Biaffra en las letras”. Si no se termina de asegurar que el grunge fue producto de la gestión republicana, sí se deja claro que hubo una reacción. “Todos estábamos enojados. Había que tocar hard and fast” agrega, y vemos sus tatuajes. Desde luego, está el tema de las drogas. Y el tema del lesbianismo. Pero tratado con sensibilidad. Sin sermones para la izquierda o la derecha. En algún momento aparecen Los Ángeles en llamas por los disturbios de 1992.  Courtney Love pintada como un payaso y comiendo galletitas es desagradable apropósito. Al hablar, suena un poco a ese músico cínico que hace un arte de la manipulación. (Sobre ella, cuando llegue el momento, tendremos biopic épica, eso es seguro.) Las partes de la familia Cobain con Kurt y Francis, de apenas unos meses, son muy tiernas, y uno no puede dejar de verlas con un poco de melancolía. También está el guitarrista de Hole, Eric Erlandson, que habla durante todo el documental sin separar los dientes. Y es acertada la inclusión de la escena de la audición de Sinatra en The mand with the golden arm, donde interpreta a Frankie Machine, un baterista con problemas de adicción.


Después de la muerte de Cobain, Patty se desintoxicó y se mudó a una isla de la bahía donde pintó casas para vivir. Entonces fue cuando se dio la segunda muerte del grunge. Cobain se mató el 5 de abril de 1994. Semanas después, Erlandson encontró a Kristen Pfaff, la en ese momento bajista de Hole, muerta por una sobredosis de heroína. Toda esta parte de la película retrata de forma sintética pero eficiente la sorpresa, extremadamente infantil de los rockers frente a la muerte. Casi no hubo duelo ni por Cobain ni por Pfaff y Hole fichó a Melissa Auf der Maur. Patty cuenta su relación con ambas. Luego, llega el maltrato del productor Michael Beinhorn durante la granación de Celebrity skin. Courtney Love misma narra cómo dejó de lado a Patty reemplazándola por un cesionista a pedido de Beinhorn. Y entonces volvieron las drogas duras, y la baterista dejó el grupo y finalmente se transformó en una homless adicta al crack. Con delicadeza y honestidad, Patty misma cuenta su etapa de prostitución para conseguir droga. Y finalmente se narra, también de manera simple y directa, cómo un día volvió a tocar, a dominar su vida y se casó con una de sus novias. Sin búsquedas formales excéntricas ni pretensiones raras, David Ebersole aprovecha el género con prolijidad, y así Hit so hard logra contar un capítulo más en la saga de la amplia familia disfuncional del rock. También es una emotiva reivindicación de las mujeres bateristas. Aparecen, dando su testimonio, Gina Schock de The go go´s, Debbi Peterson de The bangles, Kate Schellenbach, que toco con los Beaste boys, Alice de Buhr de The fannys, se recuerda a Karen Carpenter, y se da voz a las nuevas bateristas que ven a Schemel como un antecedente e incluso un ejemplo. Y esto con Patty riéndose de sus diferentes fases, ironizando con alegría tanto de su tímido despertar sexual como su fase de adicción más autodestructiva. Por todo esto, cuando salgo del cine, en las calles vacías del Abasto, anoto en mi libreta que no me entusiasme tanto porque me cuesta ser objetivo cuando se trata del rock de los años 90.




http://www.youtube.com/watch?v=hpLIhDHnw0U