viernes, 8 de junio de 2012



Un Zorro muy astuto y un Jilguero
se metieron a autores cierto día.
El Zorro, con talento y picardía,
escribió un sainetón con poco esmero,
pero que al estrenarse, todo el mundo
convino, sin andarse en discusiones,
en que de aquel sainete «nauseabundo»
brotaba la alegría a borbotones.
La Críti[c]a llamóle cabecilla
del cuadrúpedo gremio de zoquetes...
¡pero ante la taquilla
se vió siempre el cartel de «No hay billetes»!
Entre tanto, al Jilguero
que estrenó un «gran poema», y no exagero,
adornado con versos modernistas
de esos que sólo aprecian «los arti[s]tas»,
la Crítica le dijo:
-¡Usté es un gran poeta
de lo mejor que existe en el planeta,
pero ese «gran poema», ¡ay! de fijo
que no le ha de valer ni una peseta!
Y para que cantara con decoro
sus gorjeos de amor y sus primores,
los mismos ruiseñores
le regalaron una jaula de oro.
El Zorro que lo oyó, dijo al momento:
-¡Que me llamen jumento
y además escritor «astrakanado»
que [¿así?] vivo feliz y muy contento
porque mi jaula yo ¡me la he ganado!
Y aquí viene mi duda que es lo grave:
¿Quién pensaba mejor? ¿Usted lo sabe?

Fiacro Yrayzoz
«Fábulas inmorales. El Zorro, el Jilguero y la Crítica»,
en Buen Humor, 321 (22 de enero de 1928), p. 16.