Of Heaven or Hell I have no power to sing,
I cannot ease the burden of your fears,
Or make quick-coming death a little thing,
Or bring again the pleasure of past years,
Nor for my words shall ye forget your tears,
Or hope again for aught that I can say,
The idle singer of an empty day.
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No tengo el poder para cantar el Cielo o el Infierno,
No puede aliviar el peso de tus miedos,
O relativizar una muerte arbitraria,
O recuperar el placer de los años pasados,
No será por mis palabras que olvidarás tus lágrimas,
Ni tengas confianza en lo que pueda decir,
El cantante ocioso de un día vacío.
Hoy en la Argentina nadie lo recuerda. "William Morris" suena a barrio del conurbano. Sin embargo, una de sus obras más conocidas, estos paraísos que son de acá, no del más allá, esos paraísos que están al alcance de nuestros medios mundanos, resultan interesantes porque combaten el idealismo y el relativismo en el que nos sumergen siempre las cosas desconocidas y la especulación mística. (Pese a esto, una buena parte de la ideología anti-industrialista de Morris hoy recuerda bastante la movida y estética hippie.) Baudelaire nos habló de los Paraísos artificiales, nos dijo que podían ser sensuales, hermosos y siniestros al mismo tiempo. Morris, quizás más humilde, o tal vez no, le canta a la tierra. Nació Walthamsow, cerca de Londres, y vivió y murió en el siglo XIX. La rústica traducción de esos primeros versos me pertenece. ///