Javier
Garat me entrevistó para la revista Cultra #20.
Pusieron de titular "La conquista de Siberia". Me gustó.
¿Por
qué te obsesiona el presente?
¿Cuáles
consideras que son los peligros de hacer crítica sobre el presente?
Quedar
como un idiota y que gente que no conocés, y jamás vas a conocer,
vaya por la vida convencida de que sos un canalla, comentándolo en
asados y reuniones. Pero peligroso es que se caiga un avión. Esto
es, digamos, parte del ejercicio de una actividad.
En
algunas entrevistas decís que las categorías de joven o nuevo, para
hablar de literatura, no sirven ¿Qué categorías te interesan?
¿Cuál
es la relación entre tu ensayismo y tu ficción? ¿Cómo conviven?
¿Cómo
elegiste a los escritores de Los gauchos irónicos?
¿Por
qué te interesa la ironía?
Es una enfermedad horrible de la que me gustaría curarme, casi tan terrible como la homosexualidad.
¿Por
qué elegiste escribir sobre lo que te gusta, proponiendo lecturas,
en lugar de escribir en-contra-de?
Buena pregunta. El desafío es más intenso. Escribir “en contra de” es como ir al tren fantasma, te rías o te asustes, siempre te divertís. Escribir a favor es como intentar colonizar Siberia habiendo nacido en Caballito. Nadie lo hace. Nadie sabe si sirve. Sacar algo de ese suelo helado es muy complejo. No, mentira. Solo seguí mis lecturas y eso fue lo que salió. Ya habrá tiempo para señalar lo malo.
¿Cuál
es tu actitud frente a la relación entre Internet y Literatura que
describís en el ensayo del mismo nombre?
Internet y literatura dentro de algunos años van a ser lo mismo. Y mi ensayo no se va a entender. El título se percibirá como una receta de cocina donde hay que mezclar “huevo con huevo”.
¿Cómo
sigue tu agenda?
El
mes que viene presento, aparte de Los gauchos, El vampiro argentino,
un novela que se publicó en España hace unos años y es un intento
arrebatado de maximalismo tercermundista. Eso es “lo que sigue”.
No llegó antes por el tema del cierre de la importación de libros y
llega ahora. La trama es muy simple. Los nazis ganan la Segunda
Guerra, dominan el mundo, Buenos Aires es la capital
nacionalsocialista de Latinoamérica. Un vampiro comienza a matar
militares y funcionarios succionándoles la sangre de forma bestial.
Y claro, están los festejos del Bicentenario de la revolución,
todos esos equívocos, mis obsesiones por los sistemas políticos
totalitarios, por la fuerza, por las armas, por las literaturas
nacionales. Es también la historia de un tipo que piensa mucho en un
mundo donde todo indica que lo mejor es no pensar. Me rompí la
cabeza para escribir esta novela, es larga, farragosa, compleja. Y me
habría gustado –Dios lo sabe–, que fuera todavía más compleja.
Pero, como dice Ellroy, escribir novelas largas, joder, es demasiado
tiempo solo. Y estar solo tiene grandes ventajas pero también
grandes desventajas. Hay que hacerlo con cuidado.