Hernán Vanoli:
"Tras el mutismo durante y post 2001, donde la política fagocita la serie “cultural”, hoy ese discurso, de peso casi insignificante en las luchas por la hegemonía que se producen en los medios, soporta variantes que van desde la (auto)celebración y el apoyo por acción u omisión a las continuidades kirchneristas hasta un resentimiento ácrata mucho más amplio y complejo, expresado por diversas posiciones que de ningún modo se me ocurriría catalogar como de derecha, aunque comparten su irremediable destino de marginalidad solitaria. En el medio, alfonsinistas desdichados, setentistas nostálgicos, y poco más. Signados todos, como siempre, por una impotencia absoluta que por el momento no cristaliza en políticas de ningún tipo. Aunque también, hay que reconocerlo, hay algunos signos, tibios todavía, de que las cosas pueden empezar a cambiar."
Sonia Budassi:
"Quizá lo más evidente –además del temor a la desocupación- es la conformación de un sentido común que determina que las actitudes individuales tienen más valor que las colectivas. La idea de que toda política es mala; que estén en el aire frases como “son todos iguales”. La abulia y la falta de participación, aunque se dice que ese síntoma es universal, una marca de época en distintos países (el liberalismo de los 90, por otra parte, no fue un fenómeno sólo argentino). Esto no se traduce en conceptos abstractos; si no que tiene derivaciones que nos afectan cotidianamente y que generan, entre otras cosas, una obediencia acrítica con respecto a las empresas (a las que tampoco, claro, hay que demonizar), y a ciertas nociones de éxito."