Lo que (el disco de The Streets) transmite con rotundidad al desgranar su narración tema por tema a lo largo de una hora es en qué consiste ser un hombre joven en el 2004 en algún lugar de esta Inglaterra dejada de la mano de Dios (y de la de Blair). Con ventitantos años y sin perspectivas; listo pero sin educación; furioso pero sin certeza de cuál es la causa de su furia; rebelde pero apolítico; poco elocuente pero expresivo. Es menos un retrato de Mike Skinner que una anatomía de una clase alienada, la que el Nuevo Laborismo solía llamar (cuando aún le preocupaban esas cosas) "los excluidos".