"Su gobierno atravesó cien días de bloqueo y desabastecimiento sin disparar una bala de plomo o de goma ni una granada de gas. Sólo atinó a disputar con sus antagonistas con medios políticos, no como su antecesor Fernando De la Rúa, quien acudió al arsenal clásico de los hombres de orden, dictó el estado de sitio y ordenó disolver toda manifestación, lo que causó 31 muertes en diciembre de 2001. Esta indiferencia subversiva por las tradiciones nacionales, protagonizada nada menos que por una mujer, hija de una hincha peronista de Gimnasia y Esgrima de La Plata y un colectivero radical, es imperdonable. Esto no es lo que quiere la gente decente."