"Esa idea bastante clasemediera de que el escritor debe ser un refugio de la moral, un buen tipo que nos viene a salvar de nosotros mismos y de nuestra relación peligrosa e imbécil con las cosas, y que si lo encontramos va a tener una aura de bondad, de entendimiento, de iluminación, un carisma casi religioso, que va a ser muy parecido a un monje de clausura, a un Cristo al cual nada le incomoda y siempre tiene un parábola para iluminarnos o puede desenrollar una conversación apasionante y sentida sobre los tópicos más importantes, esa idea, bueno, yo ahí no entro, no me pueden encerrar en ese cuarto. Un vez leí que Dostoieski escupía cuando hablaba, no se bañaba, nunca pedía "por favor", vivía borracho y se tiraba pedos en público. Quizás no sea cierto. Pero cómo te imaginás la figura del tipo que leés, creo, también habla de cómo leés y qué esperás de un libro."