Finalmente hay algo simple que se puede hacer para saber qué pasa en la rosca contemproánea de los libros. Para cortar las operaciones y la mala leche de la cultura hay que preguntarse cómo suenan los autores. ¿Cómo suena Oyola, Bruzzone, Terranova? ¿A qué grupos nos recuerdan Kohan, Guebel o Bizzio? Hacé la lista y después, andá a tu discoteca, o a la carpeta del Windows que usás de almacén, y fijate si hay afinidad. Porque, gordo, la mía es de una coherencia que mete miedo. Y te digo que también me gusta cómo suenan los libros que escribí.