viernes, 7 de noviembre de 2008


Telón. Ayer fui a ver a El perrodiablo que estuvo en el ZAS. Abrió una banda de floggers que no sonaban a nada. Cantaba una piba que parecía Silvina Garré. Cantaba y tocaba el triángulo. En un momento, uno sacó un charango. Duró demasiado. (No los salvó, entre gallos y madrugadas, un cover de los Ramones bien tocado.)

El arte de la distorsión. Cuando terminaron los floggers, los del Perro enchufaron rápido. Las guitarras del hambre volvieron a sonar, aunque Chaume pidió un poco más de sonido en el medio del asunto. Las guitarras mandan en el Perro, son una pared áspera. Pero el nenito del bajo la rompió cantando y mostrando una seguridad envidiable. Eso sí, la araña no se vio. ¿Volverá? El pelado, que siempre es un reloj, tuvo una noche especialmente buena. En un momento la batería me empezó a contar la historia que siempre le escucho: la historia de un tipo que cae y se levanta.

El núcelo duro. Así se despidió Doma: "Chau, gracias a todos, gracias a vos, y gracias al nucleo duro". Vanoli, que llegó a la mitad, me dijo: "Estos pibes son indestrutibles". Chau, Perro, gracias a vos.