"Era como si fuera una película francesa, llovía a cántaros... Y paré por el camino a mirar un quiosco de revistas y vi la revista en la que yo sabía que Lucho dibujaba. La abrí y me encuentro con mi nombre. Bueh... Seguí caminando hasta Columba, que en esa época estaba en Sarmiento y Callao, algo así... Y fui ahí, subí y estaba una señorita preciosa, en una hermosa oficina, que me miró con toda la sospecha del mundo, totalmente justificada, y me dijo "Sí, ¿qué quiere?". No te puedo explicar el aspecto que yo tenía, era una cosa... Pesaba cuarenta y ocho kilos, la miseria de mi ropa, todo... Esta chica que luego fue amiga mía de manera íntima, me dijo que ella pensó que yo venía a pedir comida o dinero, o algo, a vender tarjetitas de 'Soy sordomudo' o algo así, 'Colabore'. (risas) Yo le dije "Me llamo Robin Wood"..."