Poemas de amor tóxico
Habíamos terminado de jugar.
Beta tenía una botella
de agua mineral en la mano.
La cancha estaba tersa
como un guante de polietileno.
No esos médanos
de los viernes a la tarde.
Algún derrape de mi lado,
porque a veces llego tarde.
Y entonces Beta, parado,
se puso a hablar
de tenis, prostitución y política
como si hubiera una tribuna
gritando su nombre.
Pero no había nadie,
las canchas estaban vacías,
esperando a los jugadores.