Veníamos en el auto y yo preguntaba en voz alta ¿por qué me llega tanto esa música, hecha por un tipo tan diferente a nosotros que somos de la clase media intelectual italo-judía de un país periférico pero en una ciudad central? Porque el Parque Rivadavia no tiene nada de Missisippi. ¿O tiene? No sé. Estar en la playa, en el campo, con el Rastrojero, cruzando por la vieja ruta dos para llegar a la costa. Con el MG de mi viejo, un auto del 47, o el pedal de distorsión, o los tubos fluorescentes de los bares de Avenida de Mayo. Por ahí algo hay en la provincia de Buenos Aires que nos llama al blues. A ese "country", a ese "folk", a ese "hijos de puta, váyanse a la mierda" tan peronista, tan negroide, que tiene los tipos que viven en el sur de los Estados Unidos.