Descendí así del círculo primero
al segundo, que abarca menor sitio,
y tanto más dolor que arranca gritos.
Allí Minos horriblemente ulula:
examina las culpas en la entrada;
juzga y manda según como se enrosca.
Digo que cuando el alma mal nacida
se le pone delante, se confiesa;
y ese conocedor de los pecados
ve el sitio del Infierno que le toca;
cíñese con la cola tantas veces
cuanto el grado en que quiere se sitúe.