No voy al cine. No me gusta. Si puedo saltearme la situación de ir a una sala, hacer la cola, escuchar comentarios, pagar una entrada y todo el folclore, lo hago con alivio. Eso, por supuesto, no implica abstinencia. Consumo cine en otros formatos, en la televisión, en DVD, en la computadora. Pero "la idea del cine" me aburre y me genera ansiedad.