"Para quien preste atención, Beethoven resulta allí disolvente, escandalosamente antisocial en un sitio eminentemente social. Es el lugarteniente de una idea de la música que el fenómeno de la liturgia melómana personifica equívocamente. Los ojos de Beethoven que imaginó Sassone están cerrados al mundo, pero abiertos a su propia subjetividad. En el abismo que abren los párpados cerrados habita el tópico de “lo genial”, ese epíteto residual del romanticismo cuyo uso restringido se perdió hace mucho tiempo y que reviste ahora con su pátina prestigiosa un repertorio por lo general derivado del lenguaje histórico antes que de la singularidad."