"La conquista británica
fue más cruel que la española"
Por Claudia Peiro | cpeiro@infoabe.com
El filósofo Silvio Maresca reivindica el mestizaje y la integración y previene contra el riesgo de fragmentación que conlleva la promoción del indigenismo y el multiculturalismo
Año tras año, cada nuevo aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a América es ocasión para encendidos discursos de exaltación del mundo precolombino y condena al “genocidio” que habrían perpetrado los conquistadores españoles con las etnias aborígenes.
En diálogo con Infobae, Silvio Maresca, titular de la cátedra de Historia de la Filosofía Moderna de la Universidad de Ciencias Sociales y Empresariales (UCES), analizó los factores detrás de esta moda indigenista.
- ¿Qué opinión le merece la lectura condenatoria de la conquista de América por los españoles que se ha vuelto tan frecuente en los últimos años?
Creo que esto que sucede es básicamente un efecto de la ideología progresista. En esta ideología hay una suerte de romanticismo que idealiza un poco a las llamadas -por esta concepción- comunidades originarias o pueblos originarios, porque el progresismo es una extraña mezcla de iluminismo y romanticismo.
Esta concepción va bastante a contramano de la historia de Iberoamérica, porque, con sus más y sus menos, entre nosotros se ha dado una experiencia de mestizaje no sólo racial, sino, también, cultural, que no sé si es única en el mundo, pero que es muy interesante y que ha dado productos culturales de enorme interés y ha mostrado una suerte de humanismo que en otras aventuras análogas no se encontró.
- ¿Tiene sentido este tipo de juicios a cinco siglos de distancia de los hechos?
Pienso que es muy importante, y es otro defecto del progresismo, ver la Historia en su propio contexto, lo cual a veces es bastante difícil, porque supone desprenderse de las propias creencias, tratar de reconstruir las concepciones de la época que uno estudia. En ese sentido, es muy importante no sólo apelar a la memoria cuando analizamos los hechos históricos, sino, también, a los documentos, porque como ya sabía René Descartes, la memoria es traidora. Hay que evitar lo que se llama anacronismo, que es trasladar categorías del presente al pasado.
Particularmente, además, en el caso de la Argentina, esto se vincula con una fuerte crítica a Roca y a la Campaña del Desierto, olvidando que la República Argentina existe como consecuencia, en buena medida, de esa campaña; si no, el sur de nuestro territorio sería chileno, como predicaba Sarmiento por su odio a Rosas.
Además, no se tiene en cuenta que muchísimos indígenas estaban ya relativamente integrados, y lo que se desplazó más que otra cosa fueron los célebres malones que, con sus ataques que implicaban robos, matanza y secuestros, no permitían que viviera en paz el resto de la población.
- Uno de los argumentos esgrimidos es el del respeto a la diversidad cultural…
Francamente yo no simpatizo con estos movimientos actuales del progresismo, tampoco me convence la idea de la diversidad cultural, no porque quiera restituir la idea de raza que era una idea muy del siglo XIX, principios del XX, pero tampoco se trata de sustituir el biologismo de esa época por un multiculturalismo extremo, como a veces sucede.
La idea de la diversidad cultural, así como el concepto de multiculturalismo, en general, me hacen pensar en una fragmentación social y en la superposición de guetos que me parece que a la larga es insostenible.
- En muchos países europeos, como Gran Bretaña por ejemplo, están revisando el multiculturalismo al descubrir a comunidades enteras que conviven sin estar integradas…
Yo creo mucho más en la integración. Es importante respetar las diferencias culturales, pero dentro de ciertos límites que permitan mantener una comunidad más o menos integrada, lo que es un desafío mucho más difícil que superponer fragmentos.
Pero el multiculturalismo, a largo plazo, trae problemas muy difíciles de resolver. Y creo que los Estados Nación, a pesar de que no se los puede pensar con el poder omnímodo que tenían en otra época, siguen siendo factores de poder importantes que deben ser respetados.
- ¿Puede haber una segunda intención en quienes promueven este indigenismo?
Pienso que hay varias intencionalidades. Y una vez más, las izquierdas y las derechas, por decirlo así, o el imperialismo de izquierda y el imperialismo de derecha coinciden, justamente en atentar contra los Estados nacionales existentes, en debilitarlos.
No hay que olvidar que el Partido Comunista de Bolivia –hablo de 30, 40 años atrás- predicaba la división de Bolivia en 150 naciones más o menos y algo de eso está sucediendo. Y, naturalmente para el gran capital, es siempre más fácil negociar con entidades más débiles. Pero claro, también hay que tener en cuenta que el viejo colonialismo, tanto en América, como en Asia y en África, estableció divisiones muy artificiales. Pensemos en los kurdos en Medio Oriente, divididos en tres naciones creadas por el imperialismo. Sabemos cómo Uruguay fue en su momento una creación del imperio británico para evitar que la Argentina tuviera las dos orillas del Plata por la importancia comercial de los ríos. Pero una cosa no quita la otra.
- ¿Y cómo se contrarresta esto?
Creo que es muy importante la integración regional que podría ayudar a superar estas cuestiones sin caer en la generación de “naciones” wichís o cosas por el estilo. Todo esto lo digo con el mayor respeto por las costumbres y el modo de vida de los llamados pueblos originarios.
- ¿Fue la conquista española más cruel que otras?
No, en absoluto. Fue bastante más benigna. Es cierto que sucumbieron culturas y personas, pero sabemos que gran parte de la mortandad nativa se debió a la introducción del virus de la gripe. Mucho más cruel, brutal y segregacionista fue la conquista británica en Norteamérica, donde la población local fue prácticamenteexterminada.
Entre nosotros, hubo una estrategia de integración, sin desconocer, por esto, los factores de explotación económica y de humillación cultural, que existieron por supuesto, pero no obstante eso, se produjo ese milagro de la integración, delmestizaje, no sólo racial, sino cultural. Como toda conquista, tuvo sus aspectos deplorables, pero de ninguna manera creo que haya sido la más cruel ni mucho menos, comparada con otras en Asia y en África.
- Es notorio que en la India prácticamente no hay población mestiza, pese a la colonización británica…
Sí, y lo mismo pasa en China, que fue colonizada por varias potencias europeas y no se ve mestizaje. Pero ahora tenemos este factor de progresismo que se ha vuelto en el siglo XXI una ideología muy poderosa, sobre todo en América Latina, que entre otras promueve los llamados pueblos originarios, aunque esto no va a acompañado de políticas de promoción real de esos pueblos, es más que nada un relato. La palabra indígena está prácticamente prohibida, es mala palabra, indio, ni hablar, incluso aborigen. Sería deseable que hubiera al menos políticas muy activas respecto de esos pueblos que a veces viven en condiciones penosas. Pero es más bien un discurso.
- ¿Y de dónde surge este relato?
Al desaparecer la idea del proletariado revolucionario, porque no lo fue o si lo fue ya no lo es, la izquierda vive buscando otros sujetos revolucionarios. Y bueno, a veces cree encontrarlos en estos pueblos. A veces incluso en los delincuentes, está esa simpatía no demasiado velada que el progresismo siente hacia los delincuentes, como lo demostró Vatayón Militante.
La izquierda no puede renunciar al sujeto revolucionario, porque tendría que revisar profundamente sus concepciones y no digo esto en contra de Marx, que fue un gran pensador, estoy hablando de la izquierda latinoamericana.