Los amigos van a la montaña. Hacen música. Son talentosos, bellos, millonarios, ridículos. ¿Qué pasa? ¿Por qué no? Quizás deberías comprarte esa camperita y seguramente deberías ir a la montaña cada tanto con tus amigos. Dejar que el viento te pegue en la cara. Jugar a hundirte en la nieve como un robot oxidado. Tocar una canción que describa una vez más la lógica del amor. Te lo digo porque es mentira lo que te enseñaron en la universidad: tu resentimiento no lleva a ninguna parte. Paz.