martes, 8 de abril de 2008

Durante la década del 90 me cansé de escuchar que lo personal era político. Y está bien, de base, acepto. Pero no deja de tener gusto a poco, a placebo, a mentira. ¿El fin de los grandes relatos es en sí mismo un gran relato? Entiendo la política como narración. Y la política es la pelea por el poder. Me interesa el peronismo, entonces. Y me interesa el punk. Los veo como movimientos que -propios o importados, activos o reactivos- presionan y captan las derivas de la lucha por el poder. Me interesan los medios de comunicación también porque ellos son de alguna manera los que moldean y premoldean la tensión de la cual surge la idea de presente. ¿Qué más me interesa como escritor? Me interesan las historias que suceden ahora, las que están sucediendo. Veo el presente como un capital fundamental para el escritor. Hoy antes de venir para acá estuve trabajando con la historia de un hombre que se cortó la mano derecha y la cocinó en el microsondas. El tipo pensaba que la mano estaba maldita y que tenía la marca de la bestia. ¿Es un hecho real porque salió en los diarios? ¿Empieza una historia que me interesa? ¿Cómo termina esa historia? ¿Por qué debo narrarla? ¿Qué es lo que me interpela de ella? “Mi único objetivo fue el de contar historias que consiguieran integrar mi historia con la historia del mundo” dijo una vez John Cheever.


En la SEA leí esto Y después dije que: 1. Me interesaban las historias bien contadas, antes que las bien escritas, pero también las mal contadas e incluso las tartamudeadas. Las historias tartamudeadas me interesan mucho.