Para recordar con nostalgia el humo de ayer este espléndido domingo de sol: ¿qué mejor que un poco de groove metal?
Swing, swing, zombie boy.
Recibíamos la información con las manos llenas.
En el parque había una pintada.
Decían que se ganaba la vida
como bici-mensajero en Nueva York
y era fanático de las películas de Roger Corman.
Compramos un CD y les rompimos el culo
a los que hablaban de los vinilos
como si fueran la casa perdida del paraiso.
El tipo le había puesto swing al metal.