¿Y qué pasa? ¿Vamos a envejecer así, de la mano de esta rutina dulce, sin revoluciones, sin guerras, sin batallas, con los desquicios político-económicos de siempre? ¿Vamos a llegar a viejos con una mueca irónica, con una docena o más de libros publicados, palmenado la espalda de los nuevos, ganando algún premio de cuarta o prestigioso, sobreviviendo siempre, jugando al tenis toda la semana y al futbol con amigos los lunes, tomando mate un domingo abajo de la parra?
Los lunes soleados y tranquilos me pegan mal.
Los lunes soleados y tranquilos me pegan mal.
Pero, carajo, yo te lo firmo ya eso.