Empezaron a caer algunas gotas, pero igual seguimos. Cuando de desprendió el chaparrón yo estaba 1-2 abajo, 30-15 al saque. (Y venía sacando bien.) Mientras el cubano traía una pelota que se había ido a la otra cancha, me pegué al alambrado. Volvió y dijo "dale". Saqué y entró pero ya no se podía seguir, el agua dibujaba hebras en el polvo de ladrillo, correntadas y ríos que rebalsaban y se transformaban en una laguna. Así que nos volvimos y busqué esta versión, para los que ya nos conocemos, pero agregué esta en mi play list porque también tengo una ficha en los que piensa que hay que seguir, sin grandes revoluciones, sin grandes cambios, pero seguir al fin.