"Por supuesto, todo empezó cuando Tom asesinó a Stromboli -que llevaba puesta su habitual escafandra-, porque nunca lo dejaba ir a la tienda de empeños para completar su colección de instrumentos de todos los siglos. 'Nunca me dejaba tocar tangos ni rumbas, ni me dejaba ir a la feria ni subirme a la noria', confesaba, aún pálido, casi crudo, pero con un pulcro y saludable afeitado, el asesino".