32 puntos sobre Duchamp en Fundación Proa 2008
1.
Domingo 29 de noviembre. Tres y media de la tarde. Entramos a ver la muestra Marcel Duchamp: una obra que no es una “obra de arte” en la Fundación Proa.
2.
La obra se exhibe en unos bloques blancos, prismas y figuras rectas con espacios vidriados y pedestales que no pertenecen a la obra del artista.
3.
El nombre de la muestra está tomado de una pregunta que el artista escribió en 1913, hace casi cien años: “¿Puede uno hacer obras que no sean “de arte”?
4.
El breve dibujo de un ciclista en una hoja pentagramada me conmueve. Parece hecho por un escolar sensible o un músico talentoso.
5.
Los manuscritos son interesantes.
6.
Las fotos en blanco y negro y las proyecciones son interesantes.
7.
La curadoría evita adjudicarle a cada pieza su nombre. Donde tendría que haber título y fecha hay un espacio en blanco. No se comprende que lo mejor de Duchamp es su facilidad para generar relatos teóricos. Amputada la narración crítica, la muestra se transforma en una exhibición de diseño.
8.
En el catálogo dice: “Ninguno de los readymades “originales” existen hoy en día ya que se han perdido, fueron desechados o rotos en sus primeros años de existencia; en los museos y exposiciones en distintas partes del mundo se exhiben sólo réplicas que Duchamp hizo y autorizó en vida. Y aquí se exhiben réplicas de los readymades que hizo el artista en 1964”.
9.
La idea de “tener que replicar” un readymade es compleja y conmovedora. Las comillas en “originales” muestran pudor.
Hay un diálogo posible entre el artista y museo.
El museo: Queremos exhibirte.
El artista: Está bien. Pero yo no hago obras únicas, todo se puede copiar y replicar. Tomo este sifón y lo pongo en este lugar y lo transformo en arte.
El museo: Está bien, pero acá se le va a dar entidad de obra. Así que le vamos a poner un precio, le vamos a contratar un seguro y vamos a poner seguridad alrededor para que nadie lo robe.
Telón.
10.
El museo como institución social es, en realidad, la gran palanca del readymade.
11.
El talento de Duchmap es innegable. Tenía buen gusto.
12.
La versión que se trae de El gran vidrio es hermosa.
13.
Da la sensación de que si uno la golpea puede llegar a sonar vintage.
14.
A medida que se avanza por lo que se exhibe, la muestra gana en intimidad y Duchamp reencarna en una estudiante de diseño que fue al nacional Buenos Aires y todavía vive con su madre divorciada en Palermo. Cuando la madre acepta una invitación de fin de semana, la hija fornica con su novio en la cama matrimonial paterna.
15.
Suena un celular. El dueño atienden y dicen: “Hola. Sí. Sí.”
16.
La muestra es tan pulcra que te hace sentir “artístico”. Eso da desconfianza.
17.
La muestra quiere ser pedagógica y lo logra. Anoto en mi libreta: “Duchamp es un artista que existe para la pedagogía”.
18.
Hoy es más complejo hablar sobre arte y pedagogía que sobre arte y política.
19.
En el catalogo, frases infelices y vulgares como “Se podría decir que el taller de Duchamp fue durante su vida un espacio no sólo para la producción artística sino también para la experimentación y la exposición”.
20.
Me apoyo para copiar de una tarjeta postal una línea en francés que me gustó y una chica de unos treinta años con una identificación de la galería me dice que no está permitido apoyarse.
21.
Duchmap como viaje exitoso al primer mundo. Como ficción menemista.
22.
Anoto: “El recorrido es un pedido casi desesperado de actualización doctrinaria”.
23.
Se comprende rápidamente que el artista nunca fue subversivo y desde hace mucho tiempo que forma parte de la historia del diseño. Eso lo favorece y permite al neófito disfrutar su obra.
24.
Duchamp está presentado, entonces, como un artista democrático. Un artista para las masas, Es una obviedad. ¿Está presentado o siempre lo fue? Tiendo a pensar que es más cierto lo último.
25.
En la muestra, no se ve y no hay humor ácido o paranoia. En su lugar, hay un lánguido recorrido por una intimidad manuscrita.
26.
Recordemos la poca pregnancia del arte en la actualidad. Una conversación desencontrada con un taxista porteño es más incómoda que cualquier obra plástica. Es injusto habla de “domesticación”, entonces.
27.
Vemos en la entrada un grupo que empieza una visita guiada. La mujer que hace de guía señala las obras con los brazos y habla. Parece una directora de colegio secundario. Desde donde estamos no se escuchan sus palabras. Los gestos son enfáticos. Ella sí parece decidida a derrotar al arte en su campo.
28.
Entre el público hay adolescentes y también una mujer embarazada.
29.
En algunos puntos la muestra se vuelve microscópica. Hay algo que aísla al mingitorio del resto. Cierto poder escatológico de lo cual los demás objetos carecen. La pala de nieve está colgada del techo. Parece una buena pala. No hay palas así en Buenos Aires, supongo que porque no hay nieve.
30.
El catálogo de la muestra se ofrece por doscientos pesos. El libro con las narraciones que faltan, firmado por críticos locales, apenas treinta.
31.
En el catálogo caro Duchamp admite que vino a Buenos Aires en 1917 porque la Argentina era un país “neutral”.
32.
El obnumilamiento y la fascinación que sienten de los escritores y teóricos locales por Duchamp demuestra una completa falta de espíritu. Y sólo se puede dar en un contexto social donde el neo-liberalismo no dejó de operar a nivel estético.