domingo, 28 de febrero de 2010
viernes, 26 de febrero de 2010
jueves, 25 de febrero de 2010
obu nezumi mitai ni utuskushiku naritai
shashin ni wa utsuranai utsukushisa ga aru kara
moshi mo boku ga itsuka kimi to deai hanashi au nara
sonna toki wa douka ai no imi wo shitte kudasai
dobu nezumi mitai ni dare yori mo yasashii
dobu nezumi mitai ni nani yori mo atatakaku
moshi mo boku ga itsuka kimi to deai hanashi au nara
sonna toki wa douka ai no imi wo shitte kudasai
ai janakutemo koi janakutemo kimi wo hanashi wa shinai
keshite makenai tsuyoi chikara wo boku wa hitotsu dake matsu
miércoles, 24 de febrero de 2010
"(hoy la crónica se inclina más del lado del neocostumbrismo que del lado del ensayo literario o la tesis laica: en buen cayetano, si los de Comunicación leyeran aunque fuera rajando teoría literaria y la usaran en objetos no textuales y los de Letras les perdieran el miedo a la investigación en cuerpo presente, tal vez comenzaría a haber un verdadero renacimiento de la crónica)."
martes, 23 de febrero de 2010
lunes, 22 de febrero de 2010
sábado, 20 de febrero de 2010
jueves, 18 de febrero de 2010
Stand By Me | Playing For Change
miércoles, 17 de febrero de 2010
sábado, 13 de febrero de 2010
miércoles, 10 de febrero de 2010
jueves, 4 de febrero de 2010
miércoles, 3 de febrero de 2010
martes, 2 de febrero de 2010
Estos días que rodean la celebración de la Navidad el tono es precisamente el de esta mujer anciana, de 84 años. Le hablaba acerca del Niño a todos en Israel. Esta mujer movida por el Espíritu Santo, que había visto cosas en la vida. Que había visto triunfos y derrotas, noblezas e hipocresías. Esta mujer que sabía lo que era el dolor y el sufrimiento, sale de sí y reconoce que ese Niño es la promesa de su pueblo, que ese Niño es el que trae la paz, el consuelo, la fortaleza el triunfo definitivo.
Nosotros que hoy venimos a orar en el 5º aniversario de esta tragedia, necesitamos que se nos hable de lo único que puede dar sentido a un sinsentido como el que hemos vivido. Necesitamos de la sabiduría de tantos hombres y mujeres de nuestro pueblo que, como la profetisa Ana, nos digan “éste es el que te va a dar el sentido definitivo a tu sufrimiento, tu dolor”.
Venimos a llorar, llorar por más que esos 194. A llorar por nuestra ciudad que no llora todavía. Nuestra ciudad que no tiene lágrimas de madre para esos hijos que hoy recordamos y para tantos otros que ella abandonó.
Esta ciudad vanidosa, casquivana, orgullosa, coimera. Esta ciudad que maquilla las heridas de sus hijos para que no la hagan sufrir. No las cura, las maquilla. Esta ciudad que esconde a sus ancianos mal alimentados, los arrincona porque no quiere ver el sufrimiento de los que nos dieron la vida.
Ciudad que abandona a sus chicos, que elegantemente los llama “chicos en situación de calle”. Se desprende de ellos y los tira a la calle.
Esta ciudad no llora y porque esta ciudad no sabe llorar no es madre y nosotros hoy venimos aquí a llorar para que esta ciudad sea más madre. Para que esta ciudad en vez de matar, aprenda a parir. Para que esta ciudad sea promesa de vida. LLoramos recordando estos jóvenes que han muerto y le decimos a esta ciudad “mirá, la mayoría de ellos murieron entrando y saliendo para salvar a otros, no se escaparon para salvar el pellejo”. Le decimos a esta ciudad que sea madre solidaria como lo fueron estos chicos que dieron testimonio entrando y saliendo hasta no pudiendo salir más.
El dolor no se va, camina con nosotros. Lo peor que podemos hacer es la receta del espíritu mundano que es anestesiarlos con otras noticias, con otras atenciones, con otras distracciones. El dolor hay que asumirlo como ustedes lo asumen. Ustedes están más cercanos, nosotros los que estamos más lejos, también queremos asumir a aquellos que están muertos, lo tratamos de hacer. Hay que asumirlos y dejar que se añejen en nuestro corazón y se transformen en semilla de fecundidad.
Esta viejita de 84 años que decía “éste es, éste es” se lo decía delante de su madre a la cual un ratito antes le habían dicho que ese chico iba a ocasionarle un dolor muy grande, una espada le iba a traspasar el corazón.
Hoy les digo a ustedes: miremos al Niño. Es el único que puede hacer añejar el dolor en nuestro corazón y transformarlo en sabiduría. Y en el Niño miremos a nuestros niños, los que se fueron y a los adultos que los acompañaron. Y miremos a la Madre. Pidámosle a la Madre, que sabe lo que es sufrir, que haga madre a esta ciudad compadrita, superficial y que le cuesta dar vida.
Que así sea.
Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires.
Desgrabación de la homilía. 30 de diciembre del 2009.-