lunes, 18 de septiembre de 2023


 - Y entonces meten un montón de papeles en una caja y después los cuentan y el que tiene más papeles con su cara es el que manda. 

- Qué plato estos humanos, che. 

jueves, 4 de agosto de 2022

 


Entre presidente y presidente
César Aira
No se puede vivir de noticias. Es cierto, hasta un punto, que las necesitamos, no sólo por una nostalgia de la Historia que parece estar en los genes, sino porque ahora más que nunca las noticias nos afectan en la vida cotidiana; el famoso aleteo de la mariposa en las antípodas produce infaliblemente un huracán en el hogar, porque las computadoras funcionan a fuerza de aleteos de mariposa. Pero tampoco podemos vivir de noticias, y en eso falla la metáfora de la alimentación con que se las justifica. La metáfora como omelette surprise que se saborea, se evalúa,, se digiere, y deja satisfecho o ligeramente asqueado, se ha vuelto anacrónica. El tiempo real es adverso al trabajo de sentido de la metáfora.
La noticia se termina demasiado pronto. Lo notamos con la Gran Noticia del 11 de septiembre pasado. Media hora después se había terminado, y a continuación se desencadenó una redundancia abrumadora que duró semanas, y de hecho dura hasta ahora. La imagen extraordinaria de los aviones estrellándose contra las torres fue demasiado noticia como para permitir un desarrollo narrativo. Sólo quedaba la repetición, acompañada de una cháchara tan vacía que algunos canales de televisión optaron, reveladoramente, por reemplazarla por música de funeral.
Es cierto que una noticia así sucede una vez cada veinte años, o cien. Pero la lógica que la hace noticia exige que suceda todo el tiempo. Si adherimos a esta lógica, y parece no difícil no adherir, terminamos en un estado de impaciencia difícil de controlar. Y como las noticias, por su naturaleza misma, son malas noticias, nos volvemos pesimistas, o peor aún, pesimistas frustrados.
El reciente festival de presidentes que tuvimos los argentinos fue una aleccionadora inversión de las premisas. Primero tuvimos la redundancia, la música fúnebre, durante los cuatro interminables años que duró "la crisis", y después vino la noticia, bajo la forma de la renuncia presidencial y el reemplazo. El carácter inerte de la cháchara explicativa quedó demostrado por el hecho de que aún puesta antes no sólo no sirvió para explicar nada sino que ni siquiera aminoró la sorpresa de la noticia. Y una vez que esta sucedió, el anticlímax fue doble, porque todo lo que debía haberla seguido ya había pasado. Fue como el naufragio del Titanic vivido de atrás para adelante: primero la filmación de la película, la construcción de la leyenda, los relatos de los sobrevivientes, su rescate, el hundimiento de los pasajeros uno a uno, la inundación de las cubiertas... y al final, cuando ya estaban todos aburridos de la vieja historia, el choque con el iceberg.
Pero el choque, al silenciar los discursos, despertó a la Historia: se cerraron los bancos, las muchedumbres salieron a apedrear a la policía, empezamos a vivir precariamente. Los que hablaban del fin de la Historia, ¿no estarían pensando en realidad en los inconvenientes de la Historia? Siempre que se anuncia el fin de algo, se lo hace para anunciar el comienzo de otra cosa que viene a reemplazar a lo anterior. Estos profetas debían de estar postulando una nueva Historia, cómoda y apacible, sin accidentes. En ese caso, los ciudadanos que salen a la calle con palos y piedras manifiestan su indignación porque se los obligue a vivir horas históricas. Y el rugido de furia produce Historia. El punto de inflexión de este círculo es la noticia.
Las noticias suelen sucederles a quienes están dispuestos a sacrificar algo, o mucho, para protagonizarlas y que se hable de ellos. En este sentido el campeón mundial es Cuba, nación que lo ha dado todo, literalmente, a cambio de salir en los diarios y ser tema de discusión durante cuarenta años. Después, a buena distancia, venimos los argentinos, que tenemos tanto en común con los cubanos. (El vínculo se materializó en {Diego Armando} Maradona, que no retrocedió ante la inmolación de su salud con tal de seguir en las primeras planas, y terminó yéndose a vivir a Cuba, supuestamente a recuperar su salud.) Pueblos afectados de megalomanía, todos lo dicen y tienen motivos para decirlo. Nosotros mismos lo reconocemos. Pero en el fondo de ese reconocimiento persiste una certeza secreta: es una megalomanía razonable. La convicción de nuestra superioridad sigue intacta en el fondo, como el Primer Móvil de nuestra interpretación de las noticias.. Lo que nos queda por averiguar entonces es por qué los argentinos somos tan inteligentes, tan dotados, de qué fuente surge nuestra indiscutida ventaja relativa. Nos inclinamos, sinceramente perplejos, sobre este enigma; todas las respuestas se quedan cortas, porque es como la pregunta de la existencia de Dios: los únicos interesados en responderla son los creyentes, y ellos tienen demasiados argumentos. Una de las respuestas, la que dio hace muchos años un peronista que también era un gran escritor, sigue siendo mi favorita porque da cuenta a la vez de nuestro privilegio y de la existencia de Dios: "La Argentina tiene un gran poder de representación".
Sea cierto o no, a eso recurrimos en esta ocasión, y reconvertimos todos nuestros problemas, los grandes y los chicos, en una crisis de represntatividad. Las multitudes salieron a la calle, a ponerse frente a las cámaras de televisión, batiendo ollas, a renegar de sus representantes, de todos sin excepción. Por un momento pareció como si fuéramos hacia los viejos sueños surrrealistas de la anarquía coronada. Una dirigencia política inepta hasta el paroxismo verosimilizaba el clamor popular. No puede sorprender que haya habido cinco presidentes en diez días, más bien sorprende que no haya habido cincuenta. Pero como decía un señor de mi pueblo: para que haya anarquía en paz se necesita un gobierno fuerte. Si no, es la guerra. Y con la guerra todo había sido noticia, las veinticuatro horas del día.
Con cinco gobiernos débiles nos bastó, por el momento. La representación, al fin de cuentas, es una convención, y en el fondo da lo mismo un presidente u otro. Después del relámpago fugaz de la noticia, sólo nos quedó su repetición, cada vez más pálida. Y, como ya dije, no se puede vivir de noticias.
22 de enero de 2022
Este libro recopila artículos aparecidos en El País, de Madrid.

Segun Juan Pablo Correa, algunos llegan a un grado de abyección que los hace muy contemporáneos.

viernes, 3 de junio de 2022

 




Al turco que camina por el río

El agua le repugna, pantanosa,

Soñando con París, con ese frío,

La tarde le recuerda a una babosa.

Una duda le surge en un recodo,

¿Forzar para siempre ese destino?

¿Escapar furioso de ese lodo?

¿Sin sorpresa, negar ese camino?

¿Y qué materia hay para ofrecer?

¿Qué llevar al otro lado, qué vender?

Nada tiene, poco hizo, todo falta.

¿Es posible mercar cultura alta? 

De golpe, una idea pide pista 

“Con mi ingenio, ¡yo me hago novelista!”



martes, 31 de mayo de 2022

 



Ha escrito cien novelas y mil cuentos

Su andar por el barrio es mortecino,

con sólido talento peregrino,

Los premios se acumulan suculentos.


¿Dónde estará, en su arte, el rudimento?

¿Y cuál es clave de su pompa fina?

El escritor se para en una esquina.

Y marca con sus labios el lamento.


Ya lo hice todo, recorrí ese camino

Del esfuerzo, la gloria, el escarmiento.

¿Por qué me suena a poco, a poco y nada?


¿Será toda mi obra una pavada?

Un perro pasa al lado y no lo escucha,

Volviendo con criterio hasta su cucha.


jueves, 25 de noviembre de 2021

Vieja grilla para hacer informes de lectura circa 2005

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PROBLEMAS PARA LA TRADUCCIÓN:

¿LO COMPRARÍA?

¿LO REGALARÍA?


VALOR LITERARIO: (de 1 a 10)

VALOR COMERCIAL: (de 1 a 10)


¿SE PUEDE ACORTAR SIN QUE PIERDA SU VALOR?


OBRAS SIMILARES EN EL MERCADO:


VALORACION/ OPINION PERSONAL:




sábado, 27 de febrero de 2021

 "The Calabrians". 1853. André-Adolphe-Eugène Disdéri. En el libro "After Daguerre: Masterworks of French Photography (1848–1900)". La oscuridad de la foto, los abrigos, las botas, eso que parece un odre o una pieza de casa, todo intimida y habla desde el corazón aventurero del siglo XIX.


miércoles, 7 de octubre de 2020

Lago de Ginebra



Allá sobre la loma está la lápida
de mi abuelo: un ciprés ha recubierto
las letras; se llamaba Rodolfo Romegialli.
Allá abajo está el lago de agua dulce
donde nadó mi abuela de muchacha,
tendida y bella como ahora su esqueleto;
se llamaba Maria Morgenegg.

Yo también, en el bosque escarpado de abetos,
a mitad de camino entre el lago y las tumbas,
soy otro, algo más joven, que de América
regresa aquí, al lugar de sus orígenes,
aún libre y sano. No es posible
que yo haya sido él, me parece imposible.

¿Cuál fue el somnífero, o la enfermedad?
Y hoy me despierto en un mundo de idiotas
que preparan absortos el torvo advenimiento
de algún Rey Sol marxista y de su Corte.
En la espera producen un bullicio que aturde.

Y yo que en ese bosque los habría barrido
lejos con una mano como hojarasca seca
si sólo los hubiera imaginado,
me encuentro ahora en esta tierra yerma
rodeado de una piara de marranos
malignos, repugnantes, fantasmales.

¿He hecho mal, abuelos, en regresar a Europa?
Una especie de amor me atrajo aquí:
vine, bebí el amor, perdí el sentido.
Pero cuando este amor haya apurado
seré esqueleto también yo en el bosque
que separa del lago al cementerio.


Juan Rodolfo Wilcock

[Versión de Pablo Anadón,
Río Cuarto, 24-IX-12]


*


Lago di Ginevra



Là sul colle è la lapide di mio nonno,
un cipresso ha coperto la scritta;
si chiamava Rodolfo Romegialli,
e quel cipresso ha la mia età.
Giù invece è il lago d’acqua senza sale
dove mia nonna nuotava da ragazza
distesa e bella come adesso il suo scheletro;
si chiamava Maria Morgenegg.

Anch’io nel bosco ripido di abeti
a metà strada tra il lago e il cimitero,
sono un altro, più giovane, americano
tornato al lugo delle origini,
libero ancora e sano. Non è possibile
ch’io sia stato lui, sembra impossibile.

Che sonnifero ho preso, che malattia?
E ora mi sveglio in un mondo di idioti
intenti a preparare il losco avvento
di un Re Sole marxista e la sua Corte.
Nell’attesa fanno un chiasso che assorda.

E io che in quel bosco li avrei spazzati
via con una mano come foglie secche
se soltanto li avessi immaginati,
mi trovo adesso in questa terra brulla
con tutt’intorno un branco di maiali
maligni, rivoltanti, fantasmali.

Ho fatto male, nonni, a tornare in Europa?
Una specie di amore mi attirava:
venni, bevvi l’amore e persi i sensi.
Ma quando questo amore sarà speso
potrò essere anch’io scheletro nel bosco
che separa il cimitero dal lago.


Juan Rodolfo Wilcock

[De: J. Rodolfo Wilcock, Poesie,
Adelphi, Milano, 1980, pp. 150-151]