viernes, 14 de marzo de 2008

"–¿A qué le llama “las miserias de la identificación”?
– Es un poco fuerte, pero recuerdo haberlo dicho. Le llamo así a la literatura que renuncia a cualquier tipo de singularidad o trabaja con el lenguaje para llegar a un lector. No es que esté mal llegar a los lectores: se puede contar una historia. No hay que polarizar, creo que ambas cosas son compatibles. La miseria de la identificación es una forma de mesianismo literario. Hacer de la literatura un producto. El escritor no puede hacer de su escritura, a priori, algo negociable. Si después le dan un premio, bueno, es un accidente. Algunos no han renunciado a nada y recibieron premios: Bolaño, Pauls. En sus inadecuaciones y singularidades se apreció una esencia valiosa, que estaba pasando algo en la literatura latinoamericana."

¿Renunciar a cualquier tipo de singularidad? Oliverio me cae bien. Pero no puedo estar de acuerdo con este enunciado romántico-idealista. Los libros son mercancias. Los escritores son artistas. La escritura se distribuye en el mercado, incluso en la utopía de la web. Hay un plus, es verdad. Pero todo lo que imaginamos para otros va a morir o a resplandecer a un nicho de mercado.