lunes, 21 de abril de 2008

"En el campo la gente le regala rosarios, plaquetas, cuchillos. Le pide autógrafos. Lo abraza. Llora en su hombro. Le escribe cartas. Lo santifica. Todo eso a De Angeli lo eleva unos centímetros del suelo. “Me da pena porque piensan que yo soy el salvador”, confiesa en la misma casa donde nació, en María Grande, a 90 kilómetros de Paraná: “Yo soy un elemento de una causa, como una parte de las 18 mil piecitas que tiene un automóvil, nada más. No tengo soluciones, sólo me hago carne de ellos”, dice, y estruja una vieja cruz negra bendecida por el papa Pío XII, que una anciana le dio en Salta."


¿Para cuando el Waco que espera De Angeli?

David Koresh, que era un hijo de puta,
por lo menos tenía una ideología definida.