viernes, 26 de junio de 2009

Un día Frank se apareció en la oficina con una guitarra. La había comprado de segunda mano. El médico le había dicho que hiciera algo, un hobby, porque estaba muy tenso. "Estoy tomando unas clases en la universidad" me dijo. Después, pasó el tiempo. Yo lo seguía viendo, un buen tipo, muy alto, generoso, te daba una mano si podía. Lo veía en los asados, al costado, parado con un vaso de cerveza. Cada tanto hablaba con alguna chica pero se veía que era muy tímido. Un día, creo que era miércoles, llegó a la oficina y nos invitó a todos para el viernes. Iba a estar en un concurso de talentos en el bar de Ronnie. Ronnie es una mierda de sádico. Hace esas cosas entre masoquistas y perversas y va gente de la planta a imitar animales y a bailar tap. Hay un jurado, al que todo el parece malo, básicamente porque es malo. La gente se divierte y se emborracha, pero no era un escenario para que se subiera un tipo como Frank. Igual fuimos. Un pícaro llevó la cámara. Yo estaba saliendo con Molly, una piba de contaduría, y ella decía que era un lástima que Frank estuviera solo. Pasaron unos haciendo magia, una mujer cantó una zarzuela y después apareció Frank que había conseguido un amplificador Peavey de cuarenta. Enchufó y empezó a tocar. "Frank, de West Florida" había dicho Ronnie. Molly me dijo esa noche: "El talento es así, explota como una bomba". Habíamos hecho el amor y le brillaban los ojos.