jueves, 8 de marzo de 2012

Un estudio de los hábitos de lectura

Por Philip Larkin

// Traducción_ Javier Alcácer/ Juan Terranova


Cuando metía la cara en un libro
me curaba todo salvo el colegio,
Valía la pena arruinarme los ojos
para comprobar que todavía podía ser cool
y usar el viejo y querido gancho derecho
a perros sucios de dos veces mi tamaño.

Más tarde, con lentes de vidrio grueso,
el mal fue mi diversión
yo, mi capa y mis colmillos.
Pasé días salvajes en la oscuridad
Reventaba a las mujeres con sexo
Las partía como a un merengue.

No leo mucho ahora: el tipo
que decepciona a la chica antes de que
el héroe llegue, el chino que cuida el negocio
Me resultan demasiado familiares. Date cuenta:
los libros son un montón de mierda.