martes, 13 de mayo de 2008

¿Cómo observas el surgimiento de ese nombre "Nueva Narrativa Argentina"? Con asombro. Ahí adentro uno puede encontrar casi cualquier cosa. Supongo que es útil en algún punto pero es algo tan elástico que se vuelve inexistente. Hay "escritores nuevos", no sé si "Nueva Narrativa". A veces pienso que sí, a veces que no. En todo caso, si existen, los suplementos culturales no la vieron todavía. Digamos que está esperando a un crítico. Que la ordene y le de forma, algo que un slogan o un sobrenombre nunca puede hacer.

¿Crees que las editoriales apuestan más por autores argentinos que en los 90? Sí, ellas apuesta a una renovación que es natural, pero también la situación económica cambió mucho y el neoliberalismo nos enseño a ser más duros, a negociar mejor -porque los neoliberales no perdonan- y a aprovechar al máximo los espacios. En la década del 90 fuimos rehenes, ahora entramos en un combate desigual pero ya más curtidos. La papa está en las pequeñas editoriales.

¿Cuánto te ha facilitado las cosas internet? Muchísimo. Internet es la gran madre indiferente y permisiva que te deja meter los dedos en el enchufe de la electricidad. Lo hacés una vez y después ya no lo hacés más. Internet es formativa, explosiva, anárquica. Es potente y hermosa. Marca un antes y un después. Antes era París, Barcelona o Nueva York, hoy el lugar es Internet.

¿Cuáles autores argentinos son tus referentes? ¿Por qué? Domingo Faustino Sarmiento. Roberto Arlt. Juan José de Soiza Reilly. Manuel Puig. ¿Por qué? Porque leían libros y después salían y escuchaban lo que hablaba la gente en la calle.

¿De todas las formas de intercambio y relaciones creadas entre autores de tu edad, ¿cuáles crees que han sido las más fecundas/interesantes/originales? La lecturas en público y los blogs. Los blogs son lo más punk que me pasó como escritor.

¿Cómo esperas que se reciba "Mi nombre es Rufus"? (me refiero a qué esperas de la crítica, de los suplementos literarios, de las lecturas de tus pares y del mercado mismo: del público) Me encataría que mis amigos la leyeran en una tarde y se acordaran de cuando iba los domingos al Parque Rivadavia a comprar discos y había un pibe con una remera de los Ramones y entonces sentían que el mundo tenía un poco más de sentido. Lo demás es accesorio.

En ella está clara la influencia del rock y su ritmo en la narrativa. Da la impresión que hay más aprendido allí -en letras de canciones, en ritmos y actitudes- que en lo literario -en la universidad, los autores argentinos icónicos, etc- ¿es así? No, no es tan así. Aprendí mucho en la universidad, aprendí sobre impostura y afectaciones y cómo organizar materiales dispersos. Aunque las ferias de discos y libros fueron imprescindibles, lo que hago es una mezcla de gestos que se aprenden en la calle, en la disco, en los conciertos, en la universidad, en las bibliotecas, poniendo el equipo de música al mango y encendiendo la computadora. Algo que se podría definir como la gran mezcla de fertilidad porteña. Yo escribo desde ahí.

Desde el Mercurio de Chile me mandaron estas preguntas. El resultado es una de esas notas colectivas/informativas en las que aparezco usando un tiempo verbal que jamás usé en mi vida. (El otro día, Leo contó que en España le preguntaban si era de la NNA y él respondía: ¿Pero de qué me hablás? Yo escribo libros, no juego al basquet".)